NAVIDAD 2016
“Ábrete tierra haz germinar al Salvador”
Al inicio de Adviento este canto expresa un grito, una
urgencia:
“¡Cielos, lloved vuestra justicia! ¡Ábrete tierra! ¡Haz
germinar al Salvador!
Sí, en este mundo
fracturado, en que la persona humana y la Creación, nuestra Casa común, están
en peligro…En esta sociedad de la inmediatez, del zapping… En este mundo violentado en espera de sentido y
verdad,
“¡Cielos, lloved vuestra justicia! ¡Ábrete tierra! ¡Haz
germinar al Salvador!
En el corazón de nuestro mundo, de nuestra sociedad,
estamos invitados/as a detenernos
a contemplar, invitados al silencio, a escuchar, a esperar. Ahí
en medio de tanto ruido, de tanta publicidad y de tanto dolor de nuestros
hermanos/as violentados…
Invitados/as a recuperar la capacidad de asombro ante las posibilidades de lo
humano…, el asombro de ver que basta
una grieta para que la vida nazca, que se puede estar de pie
aún estando rodeados de escombros… La vida brota una y otra vez, hemos de abrir
los ojos del corazón para ver, para recibir, para acompañar, para abrazar,
adorar…
La liturgia de Navidad nos propone contemplar al que es la Vida,
nos permite hacer la experiencia de
la fuerza del Amor que se encarna,
en ese signo pequeño, casi imperceptible que se nos da como a los pastores:
“Veréis un niño envuelto en pañales….”
La liturgia de estos día nos permite, a través de las
diferentes personas que son llamadas, invitadas, atraídas, urgidas (María,
José, los pastores, los magos…) desplazarnos,
contemplar, asombrarnos, adorar,
anunciar, cambiar de camino… Nos permite abrirnos a los pequeños signos que
están en la tierra, en lo cotidiano, cuando se saca bien del mal, vida de la
muerte, victoria de la derrota…
Esta Navidad atrévete a adentrarte en el
asombro, en el silencio contemplativo para percibir sus rumores, rumores de un Amor.
Un Amor humilde, desposeído, inauditamente gratuito, rumores silenciosos de su Ternura…
Tienes, tenemos la oportunidad de salir de vivir en la corteza de las cosas. En medio
de tanta palabrería y discursos vacíos, de tantas promesas incumplidas, acallémonos
para volver a escuchar la Esperanza oculta en este NIÑO y percibir en Él los gemidos de vida de
tantos hermanos/as.
Dejemos que la Palabra de estos días perfore la corteza
de las cosas y nos abra a este “Otro
mundo posible”, inaugurado en este NIÑO.
Corramos como los pastores “a la fuente
que mana y corre aunque es de noche”.
Y así percibir los pequeños gérmenes de vida en lo
cotidiano que nos mantienen en la Esperanza.
Así podremos tejer lazos en un compartir solidario,
cultivar la alegría en el encuentro con el otro/a diferentes en un respeto
mutuo. Avanzar en la humanización de nuestras relaciones en la familia, con los
compañeros…
“¡Cielos, lloved vuestra justicia! ¡Ábrete tierra! ¡Haz
germinar al Salvador!
Dios nos entrega
a su Hijo hecho carne de nuestra carne. Atrevámonos a salir de nosotros/as mismos, atrevámonos a
ir de nuevo a su Encuentro.
No lo
busquemos en lo grande, lo extraordinario. El otro día en el taller de literatura,
haciendo un artículo sobre la obra de teatro: “Poble, una mirada al Guernica”, una de las actrices dijo: “Me gusta mucho la evolución de mi personaje.
En un principio soy la cotilla del pueblo, la pasota del pueblo que no me
preocupo por nadie, ni por nada, soy egoísta… Y al final mi personaje sufre una
transformación, en esta situación de muerte, destrucción soy la primera en
iniciar la reconstrucción, el cambio…”
La reconstrucción surge de quien menos se espera, de quien
no se podría esperar nada.
¿No es esto un
signo evidente de ese “Ábrete tierra haz
germinar al Salvador”?
(He utilizado: Cristianismo, Nuevos horizontes, Viejas
fronteras. Ximo G.R.; Esta es mi historia. Dolores A.; Orientación del Capítulo
2016, Hnas de Nevers y mi día a día en Frater.).
Inma Cifuentes (Para la Hoja de Frater).