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"NO TENGÁIS MÁS ASUNTOS QUE LOS DE LA CARIDAD, NI OTROS INTERESES QUE LOS DE LOS DESDICHADOS." J.B. Delaveyne

jueves, 26 de febrero de 2015

Cuaresma 2 Ciclo B                       Domingo 1 de marzo de 2015
(Marcos 9,2-10)
José Antonio Pagola

No confundir a nadie con Jesús

Según el evangelista, Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, los lleva aparte a una montaña, y allí «se transfigura delante de ellos». Son los tres discípulos que, al parecer, ofrecen mayor resistencia a Jesús cuando les habla de su destino doloroso de crucifixión. Pedro ha intentado incluso quitarle de la cabeza esas ideas absurdas. Los hermanos Santiago y Juan le andan pidiendo los primeros puestos en el reino del Mesías. Ante ellos precisamente se transfigurará Jesús. Lo necesitan más que nadie.
La escena, recreada con diversos recursos simbólicos, es grandiosa. Jesús se les presenta «revestido» de la gloria del mismo Dios. Al mismo tiempo, Elías y Moisés, que según la tradición, han sido arrebatados a la muerte y viven junto a Dios, aparecen conversando con él. Todo invita a intuir la condición divina de Jesús, crucificado por sus adversarios, pero resucitado por Dios.
Pedro reacciona con toda espontaneidad: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No ha entendido nada. Por una parte, pone a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que a Elías y Moisés: a cada uno su tienda. Por otra parte, se sigue resistiendo a la dureza del camino de Jesús; lo quiere retener en la gloria del Tabor, lejos de la pasión y la cruz del Calvario.
Dios mismo le va a corregir de manera solemne: «Este es mi Hijo amado». No hay que confundirlo con nadie. «Escuchadle a él», incluso cuando os habla de un camino de cruz, que termina en resurrección.
Solo Jesús irradia luz. Todos los demás, profetas y maestros, teólogos y jerarcas, doctores y predicadores, tenemos el rostro apagado. No hemos de confundir a nadie con Jesús. Solo él es el Hijo amado. Su Palabra es la única que hemos de escuchar. Las demás nos han de llevar a él.
Y hemos de escucharla también hoy, cuando nos habla de «cargar la cruz» de estos tiempos. El éxito nos hace daño a los cristianos. Nos ha llevado incluso a pensar que era posible una Iglesia fiel a Jesús y a su proyecto del reino, sin conflictos, sin rechazo y sin cruz. Hoy se nos ofrecen más posibilidades de vivir como cristianos «crucificados». Nos hará bien. Nos ayudará a recuperar nuestra identidad cristiana.

viernes, 20 de febrero de 2015

Cuaresma1 Ciclo– B                 Domingo 22 de febrero 2015
(Marcos 1,12-15)         
José Antonio Pagola

Nunca es tarde

No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso; un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida.
Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor; no es algo triste; no se trata solo de «hacerse buena persona».
Convertirse es limpiar nuestra mente de egoísmos e intereses que empequeñecen nuestro vivir cotidiano. Liberar el corazón de angustias y complicaciones creadas por nuestro afán de poder y posesión. Liberarnos de objetos que no necesitamos y vivir para personas que nos necesitan.
Cuando escuchemos la llamada de Jesús: «Convertíos, porque está cerca el Reino de Dios», pensemos que nunca es tarde para convertirnos, porque nunca es tarde para amar, nunca es tarde para ser más feliz, nunca es demasiado tarde para dejarse perdonar y renovar por Dios.

EMPUJADOS AL DESIERTO    José Antonio Pagola


Marcos presenta la escena de Jesús en el desierto como un resumen de su vida. Señalo algunas claves. Según el evangelista, «el Espíritu empuja a Jesús al desierto». No es una iniciativa suya. Es el Espíritu de Dios el que lo desplaza hasta colocarlo en el desierto: la vida de Jesús no va a ser un camino de éxito fácil; más bien le esperan pruebas, inseguridad y amenazas.

Pero el «desierto» es, al mismo tiempo, el mejor lugar para escuchar, en silencio y soledad, la voz de Dios. El lugar al que hay que volver en tiempos de crisis para abrirle caminos al Señor en el corazón del pueblo. Así se pensaba en la época de Jesús.

En el desierto, Jesús «es tentado por Satanás». Nada se dice del contenido de las tentaciones. Solo que provienen de «Satanás», el Adversario que busca la ruina del ser humano destruyendo el plan de Dios. Ya no volverá a aparecer en todo el evangelio de Marcos. Jesús lo ve actuando en todos aquellos que lo quieren desviar de su misión, incluido Pedro.

El breve relato termina con dos imágenes en fuerte contraste: Jesús «vive entre fieras», pero «los ángeles le sirven». Las «fieras», los seres más violentos de la creación, evocan los peligros que amenazarán siempre a Jesús y su proyecto. Los «ángeles», los seres más buenos de la creación, evocan la cercanía de Dios que bendice, cuida y defiende a Jesús y su misión.

El cristianismo está viviendo momentos difíciles. Siguiendo los estudios sociológicos, nosotros hablamos de crisis, secularización, rechazo por parte del mundo moderno... Pero tal vez, desde una lectura de fe, hemos de decir algo más: ¿No será Dios quien nos está empujando a este «desierto»? ¿No necesitábamos algo de esto para liberarnos de tanta vanagloria, poder mundano, vanidad y falsos éxitos acumulados inconscientemente durante tantos siglos? Nunca habríamos elegido nosotros estos caminos.

Esta experiencia de desierto, que irá creciendo en los próximos años, es un tiempo inesperado de gracia y purificación que hemos de agradecer a Dios. Él seguirá cuidando su proyecto. Solo se nos pide rechazar con lucidez las tentaciones que nos pueden desviar una vez más de la conversión a Jesucristo.



No queremos acostumbrarnos



Madrid, 16 de febrero de 2015 (IVICON).- El pasado viernes, 13 de febrero, las organizaciones de la Iglesia católica en España y en Marruecos involucradas en la acogida, acompañamiento y defensa de los derechos y la dignidad de los personas migrantes hicimos público un comunicado con el que queremos expresar una vez más nuestra grave preocupación y dolor ante los lamentables sucesos que se agolpan en los últimos días, donde son de nuevo triste motivo de actualidad informativa la muerte y el sufrimiento de miles de hombres y mujeres que huyen de las guerras, el hambre y la pobreza de sus países de origen.


A todos ellos les transmitimos nuestra solidaridad y cercanía fraterna.

No queremos acostumbrarnos a la repetición de sucesos como estos, que nos hablan de historias de desesperación encarnadas en personas que, por falta de medios en las unidades de socorro, mueren ateridas de frío tras ser rescatados; de desalojos violentos de cientos de subsaharianos en los montes próximos a Melilla para ser objeto de traslados forzosos y abandonados luego a su suerte; de prácticas ilegales en las fronteras, que lesionan derechos y que son cuestionadas por instancias de la Unión Europea; de la escasa voluntad política por esclarecer sucesos, como el caso de El Tarajal, en los que han perdido su vida seres humanos que escapaban de la violencia o las condiciones de miseria; y de la puesta en práctica de extrañas figuras jurídicas que intentan defender expulsiones injustificables, como la disposición adicional introducida en el Proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana que pretende legalizar las expulsiones sumarias.

En este sentido, los obispos españoles, en su mensaje para la Jornada Mundial de Migraciones de este año señalan: "Nos adherimos a la denuncia contra cualquier actuación en que no se tengan en cuenta los derechos humanos. Pedimos que se cumplan los tratados internacionales y se verifique, al menos, si las personas pudieran ser acreedoras del asilo político, ser víctimas de la ´trata´ o necesitadas de asistencia sanitaria urgente.
Y como no queremos acostumbrarnos a esta indigna respuesta que desde el Norte nuestros Estados vienen dando al drama y las injusticias que provocan el éxodo de todas estas personas del Sur, una vez más levantamos nuestras voces para lanzar un grito urgente a nuestras comunidades cristianas y a toda la sociedad para que no nos habituemos a asumir esa realidad como algo inevitable

Nos sentimos interpelados a insistir en la denuncia de Francisco sobre la “globalización de la indiferencia”, porque estamos convencidos de que ninguna gestión de las fronteras nacionales puede justificar el desprecio hacia la dignidad de la personas. “Que a nadie le falte el socorro necesario”, ha afirmado el Papa estos días, tras la muerte en aguas del Mediterráneo de más de 200 personas que intentaban atravesar el Canal de Sicilia.
Queremos alertar a toda la ciudadanía, y especialmente a la comunidad cristiana, para que, a la luz de estos hechos, nos preguntemos por la fidelidad a nuestros valores más profundos y a recordar que quienes vemos en las noticias son hermanos nuestros: hombres y mujeres, padres y madres de familia, jóvenes estudiantes, menores incluso. No podemos ignorar que el dolor que vemos lo provocan en gran medida la pobreza y el mundo injusto que tenemos, y las decisiones que se toman, en el marco de unas políticas migratorias que olvidan la dignidad humana, tanto en los ámbitos nacional y europeo como en países de tránsito con quienes presumimos de mantener unas estrechas relaciones de hermandad y cooperación.

Estamos firmemente convencidos en que todo este sufrimiento es evitable. Por ello, exigimos a los responsables de la toma de decisiones ejecutivas, legislativas y judiciales la debida coherencia y respeto con los derechos humanos y con la más elemental dignidad que merece toda persona.

Y como no queremos acostumbrarnos, no podemos permanecer indiferentes ante la indignidad que supone este goteo incesante de dolor e injusticia. Alentamos a todos a sumarse a esta actitud de indignación cívica y a seguir manteniendo viva la llama de la acogida y la hospitalidad para todos esos hermanos y hermanas que huyen en busca de un mejor futuro, y que nos preguntan “¿qué has hecho con tu hermano?





Celebración de 60-50-25 años
de vida religiosa

El pasado mes de noviembre, en el transcurso de un Encuentro de Comunidades en Madrid, celebramos con gran alegría la Fidelidad de Dios Padre que nos sigue llamando a través de su Hijo, para vivir el


“No tengáis más Asuntos que los de la Caridad,
ni otros Intereses que los de los Desdichados.”  J.B.Delaveyne.


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“La esperanza
no quedará defraudada,
porque Dios derramó su amor
en nuestros corazones
por el don del Espíritu Santo.” (Rom.5,5)

Y todas nos unimos a la acción de gracias al Padre por su Fidelidad:

“Tu fidelidad es grande,
tu fidelidad incomparable es,
nadie como tú,
Bendito Dios,
                               Grande es tu Fidelidad”.



60 años sor Agueda Beitia
50 años sor Asunta de Arce
25 años sor Inmaculada Cifuentes

martes, 17 de febrero de 2015


Las Comunidades en España:


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