Tres días de convivencia en Aránzazu,
con un grupo de inmigrantes
Dentro
del trabajo de acogida e integración que vamos realizando con los inmigrantes, un acontecimiento importante fue
nuestra estancia de tres días en Aránzazu, con un programa que nos ofrecía la
Fundación BaketiK, en colaboración con Cáritas y los franciscanos de Aránzazu.
Lo
que menos me esperaba es tener la suerte de estar invitada para acompañarles en
esa estancia de tres días. ¡Fue un verdadero regalo, para ellos y para mí!
ese entorno y por haberlo frecuentado
desde mi infancia.
No
todo fue sencillo, pues después de haber recibido la invitación hubo problemas
porque algunos no tenían “papeles”… Era una dificultad ponerse en carretera con
ellos, sin permiso de la policía, siendo responsable de ellos Cáritas.
Por
suerte todo se resolvió favorablemente y se organizó el viaje en un microbús.
Con ellos estábamos 4 voluntarios habituales. Allí nos esperaba, aparte de un
paisaje maravilloso, un tiempo estupendo durante los tres días. Allí
encontramos al responsable del programa, Pello, que nos esperaba con los brazos
abiertos y una sonrisa de oreja a oreja. Los franciscanos participaron sobre
todo en la tarea de servicio en el comedor, con una atención exquisita para que
a nadie le faltara nada.
Tuvimos
diversas actividades, deportivas (subida a Urbía), lúdicas y culturales, como
la visita a unas cuevas. Entre las actividades fue importante la visita a la
quesería típica vasca donde vimos la elaboración del queso con leche de oveja,
con una degustación. En esa misma granja de los franciscanos hay una escuela
donde se forman los pastores. Recientemente, un grupo de jóvenes recibía el
diploma de pastor. Después de esta visita pude percibir los deseos de estos
inmigrantes de conseguir un puesto de trabajo, en plena naturaleza, pero esto
era un sueño irreal
Lo
más importante de estos días fue la convivencia, que siendo de nacionalidad,
color, cultura, idioma y religión diferentes, resultó extraordinaria. Hubo un
ambiente de mucha colaboración, entrega y respeto. Por ejemplo, en el juego de
cartas y en el futbol congeniaron muy bien, cada uno poniendo lo mejor de sí
mismo, de manera que disfrutaron muchísimo.
Fue
muy pedagógica la presentación de las películas, lo que contribuyó, en buena
parte a un ambiente tan armonioso. Una película fue: “El circo de las mariposas”.
Después de su proyección tuvimos cineforum.
Una
reflexión fue sobre la limitación humana: saber que soy limitado y qué hacer
con mis limitaciones, y otra importante cómo desarrollar el sentido del
agradecimiento. El monitor les ayudó a mejorar su autoestima y a superar las
situaciones que viven.
Al
término de estos tres días tan ricos, decir gracias era poco para ellos, lo
querían expresar de otra manera: “¡Son los mejores días de mi vida!”, “¡ojalá
podamos volver el año que viene!” Todos ellos han guardado un grato recuerdo de
esta convivencia.
Mª Ángeles, Hermana de la Caridad de Nevers
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